Si, ya se que lo primero que se les vino a la mente fue Martin Domber, pero no, no se trata de él.
Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el boludo del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas. Diariamente algunos hombres llamaban al boludo al bar donde se reunían y le ofrecían elegir entre dos monedas: una de tamaño grande de 25 centavos y otra de menor tamaño, pero de 2 pesos. Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió:
- Lo sé, no soy tan boludo, vale casi diez veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda.
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
La primera: Quien parece boludo, no siempre lo es.
La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos boludos de la historia?
La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
Pero la conclusión más interesante es:
Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
“El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser boludo delante de un boludo que aparenta ser inteligente”
De Salta para el mundo, ColoX!
25 junio, 2010
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me gusta... muy bueno.. jaja lastima el ejemplo..
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